Sunday, September 04, 2005

Cómo no te voy a querer

El domingo pasado fui con mi hermana, Pelusi y su novio al juego de Pumas vs Cruz Azul. Por ponerle pimienta al asunto decidí irle a Pumas. Lo admito, me ganó el instinto porril, qué le voy a hacer. El punto fue que llegamos rayando la hora de inicio y entre la prisa por conseguir lugar y que ya estaban pitando, fuimos a sentarnos en el primer lugar que vimos vacío. No habíamos notado que alrededor había gente muy azulita y que gritaba AZUL AZUL!!! todo el maldito tiempo. Quizá Pelusi sí lo notó y por eso accedió a quedarnos ahí.

Total que como hacía mucho sol, me compré un gorro playero de PUMAS. Dije, si nos la arman de tos pos chance el sombrerito nos salva. No habíamos ni estirado bien las piernas cuando el Azul marcó el primer gol. Todo mundo gritó, festejó, ajá, qué bien y apenas nos estábamos sentando cuando el puto árbitro expulsó a un Puma (me enojé, claro que sí, me tomé muy en serio la rivalidad). Las cosas, a partir de ahí, se tornaron candentes. Arriba de nosotros estaba la porra de PUMAS, cante y cante la de "cómo no te voy a querer" y la de "Kikín Fonseca te vamos a secuestrar". Con esta última, me conquistaron por completo y me entregué al partido. Empecé a sufrir cuando metieron el segundo gol. En ese momento le pedí a Pelusi los binoculares. Dije, tengo que ver la cara de Hugo. Nomás le vi el pumota que traía en la camisa.

En el medio tiempo decidí comprarme una chela. El calor estaba bastante fuerte y estuvimos bajo el sol todos los 45 minutos. Ahí se calentaron más los ánimos. Los Pumas empezaron a ponerse agresivitos y recibí el primer baño de lo que por salud mental denominaré Manzana Lift. Por unas cuantas gotitas no quisimos irnos de ahí, pero apenas empezó el segundo tiempo y metieron el tercer gol, los Pumas continuaron su acoso. Yo me desvivía enseñándoles el sombrerito. Gentesn, por favor, somos de los mismos. Pero no me hicieron caso y al cuarto gol, una lluvia de limones y agua (habían suspendido ya la venta de alcohol) nos obligó a seguir el éxodo azul hacia parajes menos violentos.

El partido terminó 5 - 0. Al salir del estadio los malditos cruzazulinos nos restregaban su victoria. Pensé en que tal vez era mejor idea quitarme el sombrerito, pero mejor me lo quedé y me senté en una parada de camión a esperar a que se despejara el estadio.

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