Wednesday, June 21, 2006

Una inocente intriga


De todas las personas en el mundo, las que más me intrigan son las que deciden tocar el chelo. ¿Por qué extraña razón una persona querría andar con un violinzote de arriba pa bajo?
Analicemos con más atención este caso: Un chelo no es lo suficientemente pequeño como una flauta, pero tampoco es demasiado aparatoso como un piano como para exigir que te lo presten y te ahorren la penosa fatiga de bajarlo de tu departamento en el quinto piso, meterlo a la cajuela de un taxi Pointer 2002 con olor a fabuloso. De todos los músicos de la orquesta, el que permanece de pie o le toca una periquera más incómoda que un calzón de talla chica, es precisamente el que toca el chelo.
Pero bueno, es una simple inquietud psíquica y no, no estoy sugiriendo, como algunos pensarán, que quiero acabar con las sinfónica, prohibir que nunca por siempre jamás se toque el chelo en mi presencia, ni que en un afán castrante vaya a ir al Conservatorio Nacional a prenderle fuego a todos los chelistas que se atraviesen en mi camino.
Por otro lado, me aventuro a dar un par de explicaciones freudianas a la vocación del chelista.
a) Es hijo (a) de un padre estricto que pidió resultados en un año, a más tardar. Si no, tendría que ponerse a estudiar "algo en serio". El único puesto que consiguió en la orquesta fue la del músico que toca el triangulito. Cuando el primer (o único) chelo sufrió una desviación de la columna, luego de varias hernias al disco, decidió tomar este lugar. Así, cuando el ojete padre de familiar preguntara "¿ahora sí vas a tocar?", pudiera contestar con orgullo: "soy el chelista de una mala obra en el Helénico", en lugar de: "soy el primer triangulito de la Sinfónica Nacional y hasta me voy a aventar un solo".
b) Su linaje es el de una familia con profunda tradición musical. Todos en su familia han tocado el guitarrón en un mariachi y él (o ella) está dispuesto (a) a probar que puede tocar un instrumentote con menos panza y mayor estilo.

No dudo que haya gente que desde los cuatro años piense que ha nacido para tocar el chelo. No lo dudo pero ni tantito.

5 comments:

ZUAG said...

Maldición, no puedo menos que sentirme atacado por tu nota... Siempre quise tocar el chelo en lugar de la guitarra y el violín.. jajaja

Y fíjate que en el mariachi toqué ambos instrumentos pero ah, no.. Tocar el chelo, ni pensarlo! ANTES MUERTO QUE SENCILLO!

Por cierto: aguas, porque capaz de que alguién te escribirá diciendote que prohibirás que tus hijos toquen el chelo, y harán bien! jajajaja

Carmen said...

A mí me encanta el sonido del chelo, no es tan chillón como el violín y no puedes negar que una mujer tocándolo con falda y el chelo entre sus piernas es de lo más sensual.

Akaotome said...

Mmmm... no lo había visto de ese modo...

A. said...

Pobres chelistas, por más que digas que no quieres prohibir la prfesión, los dejas muy mal parados, en toda la extensión de la palabra!

grg said...

Yo también soy una chelista frustrada.

A los 10 años mis papás en una de ésas que les dio por hacerse los cultos nos llevaron a un concierto con la Sinfónica Nacional.

El programa incluía una suite de Bach que definió para siempre la relación que desde entonces encuentro entre música y erotismo...en una edad donde erotismo era sólo el nombre del perro del vecino.

No hay nada como un chelo bien posicionado.