Friday, July 09, 2010

Deep inside

Mi profesor de quinto año era un tarado. Ya les contaré la sarta de idioteces que decía, pero no puedo culparlo del todo, tengo que entender que era un digno engendro de Elba Esther Gordillo. De lo que sí puedo culparlo es de haber cooperado para que yo terminara configurando mi personalidad a base de cursilerías. Sí, sí. Es culpable, no intenten defenderlo. ¡Eran mis años formativos!
Creo que el fulano quería dejar huella en nosotros. Hacía cosas espectaculares y que nos sacaban de la rutina. Intentó hacer un equipo de basquet y otro de voli pero la Anexa (aunque se rumorara que por las noches entrenaba a niños chinos para que compitieran en las Olimpiadas) no era precisamente una escuela preocupada por la educación física.
Un día llegó con una grabadora y un cassette porque quería transmitirnos un mensaje. Nos puso la siguiente canción:


Después de esa clase, comprenderán, me agarró una obsesión por escuchar Radio Recuerdo. Obsesión que hasta mi madre encontraba de mal gusto. Y digo "hasta mi madre" porque era ella quien en su monopolio radiofónico nos hacía escuchar Radio Recuerdo.
No estoy segura muy bien qué clase de mensaje nos quería transmitir, pero lo que sí es que por lo menos un par de niñas lloraron a moco tendido como si hubieran ido a un Retiro y hubieran visto al Santísimo.
No sé por qué me acordé de esto, tal vez porque después de muchos años sigo sintiéndome exactamente igual que cuando tenía once años y me preguntaba si

Soñar es solo fantasía
O acaso es parte del vivir
Y cuándo dejas de soñar

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