Tuesday, July 18, 2006

Corazón de pollo, corazón


Martes 18 de julio. Criseida se levanta a las 6:30 de la mañana con la cara más hinchada del mundo. Tiene dolor de cabeza. Se ha desvelado revisando exámenes malos y muy malos. Se mete a bañar. Se viste. Escribe 20 líneas en su computadora. La cabeza le pesa como un globo lleno de agua. Sale a las 7:45. Llega a las 7:50 a la UTECA. Saluda al prefecto. Firma su asistencia. Sube a las computadoras. Sale a las 8:05. Se dirige a su salón y oh sorpresa: sólo tres niñas están ahí. Están platicando sobre una chava que prometió irse de rodillas a la Basílica. Luego hablan de la estupidez de los sacerdotes. 8:15, llega tarde otra niña rezagada. Me atrevo a preguntar qué pasó con el resto. "Se fueron a desayunar", me dijeron. Me quedo pensando unos segundos. La clase inicia a las 8:00,hay un receso a las 9:50 y termina a las 10: 45. Repaso una vez más el pensamiento, no vaya a ser que me esté equivocando de escuela, de salón, de hora. "Se fueron a la tienda, aquí a dos cuadras porque todavìa no abren la cafetería", dicen las niñas. Por dentro pienso, ¡cómo chingados si tienen receso a las 9:50 se fueron a desayunar! ¿Qué debe hacer un profesor en esos casos? ¿Esperar a que los señoritos se quiten la última migaja de pan bimbo de las comisuras de la boca para pasar lista? ¿Ponerles retardo después del eructo mañanero de Coca Cola? ¿Dar la clase por vista y regresarme a dormir a casa? Le estuve dando vueltas a la idea durante treinta minutos mientras pretendía explicarles los elementos básicos de la COMUNICACIÓN VERBAL. Mi corazón se hacía de pollo, iba a perdonarlos y decirles que por favor fueran puntuales la próxima vez, que ya no me hicieran enojar, que qué gachos que se fueron a desayunar sin mí, que a la otra inviten pero algo se apoderó de mí, un instinto profesoril, una malicia jocosona. A las 8:30 paré la clase y les dije a mis cuatro alumnas: "Saben qué, acompañenme con el prefecto". Entonces, como Ramón Martínez lo hubiera hecho fui y le dije "Me vinieron cuatro alumnas, así que nos vamos a las computadoras". El prefecto dijo que estaba bueno.
A las 9: 15 llegaron cuatro alumnos más a la sala de computación. Me reclamaron haberme ido, que ni un recado dejé. Y sobre todo, que por qué les ponía falta a las tres horas si sólo habían faltado una. Entonces les ladré, barf barf, ¿están tarados o qué? En el salón no hay democracia. Váyase a su casa y vuelva el próximo martes PUNTUAL. Me miraron con sumo rencor.
¿Qué les pasa a los alumnos de hoy en día que creen que se mandan solos?

3 comments:

Gloria said...

Me da miedo cuando dices "como Ramón Martínez". ¡NOoOoOoOoO! No te vuelvas como él. Serás infeliz el resto de tu vida.

Kickapú said...

¡Pinches estudiantes hideputas! Acá no se quedan atrás y bien lo sabes, Crix.
Suerte y muuucho ánimo.

A. said...

Bienvenida al mundo del docente indecente, nada condescendiente, maldito, juguetón, Ramonesco... sigue así o morirás en el intento.