Tuesday, July 25, 2006

Líneas Aéreas Azteca o la dimensión desconocida


No tengo palabras para describir lo que fue nuestro viaje a Monterrey por Azteca Airlines. Queríamos aprovechar la mayor parte del tiempo en el lejano norte y la única opción viable era esta aerolínea del demonio. Nos convenció por dos cosas a) Era un precio razonable, b) Tenía los horarios más convenientes para nuestros planes.
Desde el lunes 17 de julio de 2006 fuimos a la expendedora de boletos del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, la señorita que nos atendió se portó amable, según nos pareció, así que nos dio buena espina y compramos dos boletos redondos México - Mty.
Nos citaron dos horas antes por la nueva disposición y por una cosa u otra terminamos llegando una hora antes del vuelo. La fila en el mostrador de Azteca era inmensa, estuvimos como 30 minutos en fila para poder hacer el check in. Documentamos el equipaje y nos dieron los pases de abordar. Estuvimos otros treinta minutos en la fila de los rayos X y para cuando llegamos a la sala eran las 7:09 am, el vuelo estaba programado para salir a las 7:15 am. La señorita que recogía los pases de abordar nos dijo que debíamos un boleto y que así no podíamos abordar, que fueramos al punto de venta a liquidar y regresáramos. Ana le contestó que ella estaba embarazada y que no pensaba moverse y chutarse otra hora entre una fila y otra y que cómo era posible que hasta unos minutos antes se dieran cuenta del error, que en todo caso era culpa de ellos y habrase visto que el cliente pague por errores del que ofrece el servicio. Entonces la señorita, mal encarada, le dice a su supervisor "Còdigo embarazada, no puede ir a pagar". Acto seguido, dice con la parsimonia del mundo "Confirma el cierre del vuelo 156" o sea, el vuelo en el que debíamos ir. En ese momento pensé en subirme por las malas al camioncito, atravesarme en medio de las pistas desnuda, pero la imagen de quince policías y dos perros de droga persiguiéndome me atemorizó un poco. Total, los de Azteca, bien buen pedo ellos, trajeron la lectora del punto de venta y pasaron la tarjeta para poder subir al transporte que nos llevaría a donde estaba el avión. Cuando nos trepamos, la mayoría de los pasajeros se nos quedaron viendo con cara de pocos amigos. Total, llegamos hasta el avión y casi lloro de la emoción que me dio subir por escalinata. Hice memoria o al menos traté de recordar la última vez que había abordado un avión pisando la pista y subiendo por escalinata. No pude contenerme y volteé con la mirada perdida en el horizonte y dije adiós. Ya dentro, nos instalamos en los primeros asientos vacíos, estábamos hasta la madre como para volar en el ala. A las 7:30 am, el piloto nos anunció la salida del vuelo y pidió que rezáramos mucho. Dijo con un acento biribiri: "Now we are leaving Mexico City; and we require all our passangers to run very hardly so we can gain velocity and the plane can fly in heaven". Eso me tranquilizó, porque me da esperanzas de poder irme a trabajar en Estados Unidos, Canadá o Inglaterra, digo, si hay que evitar comer carne de vaca, creo que puedo limitarme exclusivamente al pollo. En fin, que apenas empezaba a tranquilizarme cuando un azafato con frenos en la parte superior de la dentadura se acercó a ofrecernos algo de tomar. Yo no soy racista ni mucho menos, pero cómo vas a respetar a una línea aérea que contrata a un puberto para atender a los clientes. En fin, que aterrizamos en el aeropuerto de Monterrey con cierto retraso y esperando que el regreso fuera mejor.
Pero la cosa no fue así. Llegamos al mostrador a las 7:45 pm y nos sorprendieron con la novedad de que nuestros asientos (los que compramos con anticipación) estaban ubicados en la salida de emergencia y como una mujer embarazada no puede viajar en esos lugares la iba a reubicar en otra fila. Yo me quedé patidifusa, ¡¡¡cómo carajo venden el lugar en donde no puede viajar una embarazada a una embarazada!!!! Y le ocasionan la molestia de no ir al lado de su acompañante de viaje. En fin, que estabamos ladrando de nuevo y pedimos un formulario para presentar quejas, ya estabamos francamente HARTAS de las ojetadas de Azteca. Total, subimos al avión, acomodamos nuestras pertenencias y en eso una pasajera de la cola (cruz con el baño) le dice al capitán que su tripulación apesta. El capitán, con todo y vena saltada del enojo, le contesta que se controle, que no arme un escándalo, que se calle, que está poniendo en riesgo el vuelo. Todos los de 10 filas a la redonda nos paramos a ver qué pasaba y lo que ocurrió fue que una azagata del vuelo le había pegada a una niña de como un año. Quién sabe si por accidente o por mala leche (que la tipa tenía mala leche, que ni qué)y como la pasajera exigió una disculpa, vino el capitán a decir que la culpa era suya y nada más suya por no cuidar a la niña. La pasajera en su justo derecho le dice que por favor pongan más atención, que estamos pagando un servicio y las cosas de rigor en estos casos. Pero el capitán, en lugar de disculparse e irse azorrillado a su cabina, dice que si no se baja, no hay vuelo. Todos nos quedamos sorprendidos. Se fue encabronadísimo y trajo a la policía preventiva. Los polis le dijeron a la pasajera "bájese" y todo el avión al unísono contestó, entre otras cosas: "prepotente", "no es cierto", "hay testigos", se intimidaron y se fueron, diciendo algo así como "al fin y al cabo el que manda en este avión es el capitán". Mismo que regresó para hacer su berrinche y decir que él así no volaba. Nosotros, muy revolucionarios, dijimos "aaaaah, pos no nos bajamos". Y nos pusimos a contar nuestros respectivos dramas. Un chavito nos contó que le habían cancelado el vuelo hacía dos días y encima le querían cobrar la multa del cambio de horario, como si él hubiera cerrado el vuelo o se hubiera querido quedar voluntariamente en el sauna regiomontano.
El caso es que después de una hora, el capitán vino, le pidió a la pasajera que no fuera a armar un escándalo y por fin cerró los toboganes. El avión empezó a moverse y las monitas a dar su choro sobre la seguridad, pero la verdad estaba tan enojada que todos nos empezamos a mirar entre sí porque casi nos decía: "en caso de emergencia va a salir una mascarilla y ojalá se ahorquen con ella". El capitán, cínico como él solo dijo: "señores pasajeros, nos vamos de Monterrey. Por favor, relájense y disfruten su vuelo".
Llegamos tardísimo a la Ciudad de México con la firme intención de ir a la PROFECO a denunciar estas irregularidades porque de plano, Azteca Airlines es lo peor de lo peor en cuanto a líneas aéreas. Está como para pensarse ir a Toluca para viajar en Volaris.

3 comments:

Jan de la Rosa said...

Uy, Volaris.... I <3 Volaris! =)

Lástima que no vuelan a Londres, que yo me IBA nada más para comer doce horas seguidas Chips adobadas!!! =)

Ahora, repite conmigo: "Azteca, no, no, no, nooooo!!!!"

A. said...

Pinky capitán.

Noventaysiete said...

Pues cuidado con Volaris, todo perfecto, pero el taxi de su terminal virtual Santa Fe cobró por un viaje de 20 minutos ¡28 dolares! Un abuso y una rateria que terminó con la buena impresión que había causado el viajar en Volaris.