Tuesday, April 10, 2007

Crisis Nerviosa II


Y entonces decidí hacer un inventario. La colección de pequeñas estampitas. Me dije, pues ya basta de andar tristeando y de andar como loca histérica maniática por la vida. Sobre todo, ya basta de andar queriendo vivir otras vidas.

Entonces me monté en un camión que tomé en Lombardini esquina con Artículo 123 y me puse a observar detenidamente las casas. Al principio, mis intenciones eran bajar en Colón, pero mis pensamientos me ocuparon tanto que, para cuando acordé, ya andaba en Venustiano Carranza.

Recordé, primordialmente, una vez en que Ana me dijo que todos los días, al despertar, tenía que decirle por qué era feliz. Una cascada de imágenes inundó mi ya de por sí intrincado cerebro.

Ah, qué tiempos aquellos, de vernano estridente, cuando grabé todas las canciones que pude y que luego manipulé, muy amateur, claro, para hacer un remix. Y qué tiempos aquellos, también, cuando puse a mi hermana a seguirme la corriente para grabar una radionovela de tres conejos jinetes que, al grito de "aguacates", acudían a la voz que solicitaba auxilio. No, en aquel entonces no me drogaba, me sucedía algo parecido al del comercial de Domino´s: estar sola no me llevó nunca a nada bueno.

En ese mismo tiempo escribí una novela sobre mi familia. Según yo, estaba haciendo una aguda crítica a las costumbres familiares. El resultado final me gustó, incluso, mis hermanos aplaudieron cada una de las palabras. Más adelante, la mamá de Ana (que por accidente se convirtió en mi lectora), dijo que se había divertido mucho. Sin embargo, ahora, que soy un ser humano más civilizado, creo que fui bastante injusta con la única que se ha portado bien conmigo: mi prima Nayeri. La ley de la vida, ¿no? Quienes te caen bien, te tratan a punta de madrazos y a los que les caes bien, les das en la madre. Por esta razón, decidí esconder detrás de un montón de folders y papeles, la libreta donde la escribí. Nótese, no obstante, que aún guardo el manuscrito, por si las dudas.

Yo, oficialmente, no tuve una infancia feliz. Pero en el arcón de los recuerdos, puedo encontrar que me la pasé bien:
a) Cuando ponía a mis primos a hacer estupideces...
b) Cuando jugaba a "que se rompa la botella"
c) Cuando mi papá no estaba en casa
d) Cuando yo no estaba en casa
e) Cuando estaba en casa sola (con hermanos o sin ellos)
Y he aquí una lluvia de ideas, un racimo de instantes incrustados y fosilizados en mi corazón:
Cuando, después de casi morir ahogada, Wait me enseñó que más o menos sí sé nadar. Eloy, Miguel, Ceci, Nadia, Giannina y yo cantando amanece el alma (vuelve otra vez, aparece), atardece en ti (desapareces, te vas y vuelves). La fiesta de cumpleaños de Ada y Deny; fue como un hito en mi vida. Griselda, Ernesto y yo viajando a Juárez casi cada fin de semana. El viaje de regreso a Monterrey con Antonio M; recorrer Chihuahua, Coahuila. La primera vez que manejé en carretera: primero en el vochito, luego en el Tsuru que nos prestó el primo de Ana. Haberme escapado, sin permiso, a México, tan solo para estar con Ana y asistir a un convivio donde, chistosamente, comimos cabrito. La playa, el rencuentro con el mar y la arena, de la mano de Ana y con Diogo y Tiago ya en camino. El viaje con Ernesto por toda la interestatal 10; el Greyhound, la frontera cerrada, la central de autobuses de Piedras Negras. Y el viaje con Lucía, Lisa y Porlán a Tucson, primero, y a Phoenix, después. La Barrón, cómo no. Como bien escribí hace un poco: No hay recuerdo del Tec, de Letras, que traiga a la memoria y no salga este personaje a relucir. Jack n Ray jueves a las cuatro de la tarde, Nueva Luna, los viernes. Y aquel concierto de Celia Cruz donde por cierto, cantó cinco veces la vida es un carnaval. Los días en que Miriam y yo, después de Apoyo, nos íbamos a Magic Place a jugar hockey. El torneo de Ping Pong; ¡qué zurda, señores! Y la excursión a Montemorelos con Hernando y Marú. Y la sesión de fotos en Bosque Mágico con David y La Corral. Encontrarme con Olivia y Daniela en el periódico. Jugar incansablemente a las cartas y al Monopoly con Marlene y Genny durante casi tres meses. Y el cine, aquellos días en que Ana y yo, hasta tres veces por semana, andábamos cazando funciones de lo que fuera, hasta de películas rusas. Cuántas veces nos anocheció en La Pirámide y el Atrico. Cuántas citas en el Café Paraíso de las que SIEMPRE, en todas ocasiones, me arrepentí (por la música en vivo). Mi conato de independencia, cuando le avisé a mi madre que yo, nunca, en mi sano juicio, volvería a usar el transporte escolar: tercero de secundaria; ruta 206. El Mundial Estados Unidos 1994. Tony. Javier. El Compatriota. Gaburto. Lourdes. Mayté. Saramaría. David Chapa. Salir a caminar para pensar. Más bien, irme caminando para ir pensando. Mi clase de fotografía. Ir a la Cineteca con Alejandrito. Mi fiesta de cumpleaños (en la que Requena cogió en el escritorio de mi papá). Vivir en el DF. Haberme bajado en Querétaro, sola, nomás porque me habían dicho que estaba bonito. El viaje a Chiapas con Vili, Andrés y Ana. Que un político proviniciano me propusiera ser su amante. Robarme unos chiles jalapeños del Súper 7. Las batallas en el desierto. Las inumerables borracheras con Adrián. Juego de palabras. Irme para siempre... y volver. Estar en los cuneros con mis hijos. Consolar a Santiago cuando era un pequeñito de cinco días. El aire en la cara. El agua de la alberca. Los parquecitos de San Nicolás. Nuevas rutas todos los días.


Y no sé... tal vez alguno que otro recuerdo. Tal vez mi memoria falle.

6 comments:

MrH said...

Muchas veces, con sólo recordar lo bueno... nos cambia el semblante. Me encanta leerte.

Akaotome said...

una siempre corre el riesgo de ser injusta en sus recuerdos...

Kickapú said...

Es bonito saber que aparezco entre esos recuerdos que te hacen feliz. Bien sabes que aquel semestre en Las Cruces fue mágico para todos. Siempre lo extraño, te echo mucho de menos. Fuimos muy felices en aquel lugar tan modesto.
Un abrazo y un beso donde estés y MUCHAS GRACIAS.
¿Sabes yo de que me acuerdo? De nuestras caminatas al "depa", del wey ese que me quiso ligar y me ofreció una cerveza en aquella casa de hippies camino del hotel, de la noche que chillé por ya-sabes-quién... pero siempre siempre de tú y de mí caminando...

Herr Boigen said...

Ay pochita fronteriza, cuántos recuerdos, el programa de radio, la Barrón, ud. y yo lléndonos sin pagar de Doña Tota y claro, le faltó su legendario seminario con Inés sobre Los perros del paraíso: "Isabel es y será la voz de América". jajajajajaja
Se la mamó
Y bueno, tantas otras cosas....
De hecho, uno de los mejores CDs en mi vida ud. me lo regaló en la Navidad de 1999: "Milk and Kisses", de Cocteau Twins. No mame, ya casi pasaron diez años :/

grg said...

Cris, hay algo en ti que siempre me sorprende, neta. Al igual que Ernie me siento privilegiada de aparecer en tus recuerdos, creo que es un bonito lugar para estar.

Carmen said...

¿Y de que se compone la vida sino de estos pequeños recuerdos? De la bendita locura que nos hace sentir correr la sangre por las venas.