Sunday, May 27, 2007

Los poliamorosos


Los poliamorosos callan.
El poliamor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los poliamorosos buscan,
los poliamorosos son los que abandonan,
son los que cambian,
los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los poliamorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al poliamor.

Les preocupa el amor. Los poliamorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,s
iempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.
El poliamor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.

Los poliamorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los poliamorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los poliamorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.

En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los poliamorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los poliamorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Los poliamorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del poliamor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los poliamorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los poliamorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.

9 comments:

Gloria said...

Me cagan los poliamorosos. Tal vez soy poliodiosa.

Tania said...

¡Sálvenos Gregorio Bernal!
Sorry, Cris, el poema es demasiado horroroso para ser intervenido siquiera.

Akaotome said...

Tiene otros peores... Dios bendiga a Dios.

Akaotome said...

y mejor que nos salve Gael García Bernal, jajajajaja.

hermosas mujeres nocturnas said...

usted sabe donde esta su camion mientras ud duerme?

Óscar Ávila said...

Hombre, tampoco es tan malo, claro que el poliamor lo mejoró un poco.

Kickapú said...

Yo -como todo buen libra- soy poliamoroso, lo acepto.

Akaotome said...

No, nunca me había preguntado dónde está mi camión... jajajaj eso me hizo sentir muuuy camioneram ahorita voy y lo estaciono bien...
Oscar, qué milagro que te pases por este humilde blog...
Ernie... sí, no sé por qué supuse que este tema te iría muy bien....

Carmen said...

Újule, esos del camión también pasaron por mi blog, se andan haciendo publicidad.
Pos yo soy una pinche naca, y a lo mejor me dejas de visitar, pero los amorosos me gustan, sorry Cris.