!Estas sí son fans!

Sigo escarbando dentro de mis memorias buenos momentos para no quejarme. Pero al parecer un buen recuerdo, en mi caso, viene acompañado de una buena queja. Les voy a contar una historia muy íntima y sobre todo, una historia que revivirá mi etiqueta de Nacómetro.

Ok, mientras agarro valor, les pido que por favor me imaginen como una pre púber hormonal en busca de figuras masculinas en las cuales canalizar los seudo sueños húmedos en los cuales el subconciente arrastrado libera yo no sé qué clase de represiones. Imagínenme, entonces, en sexto año de primaria con estas necesidades y traten de aproximarse a entender cómo operaban los vericuetos de mi cerebro. Traten, de una vez, de adivinar quién era mi artista favorito del momento al que (y en este momento pueden ponerme cuadritos en la cara para conservarme en el anonimato de por vida) yo planeaba no pedirle un autógrafo, sino IRLO a buscar dcsde mi tierra linda y sultana hasta el meritito DF en MOTOCICLETA!!!!!!! Qué Che Guevara ni que ojo de hacha.
Les doy algunas chances...
No... Luis Miguel no, quién me creen.
Pablito Ruiz???? AAAAAAAAAAAAAY, por favor.
New Kids on the Block? TAMPOCO!
Mc Hammer??? No, todavía no me gustaba el rap.
Mi ídolo de todos los tiempos señores y señoras era nada menos y nada más que:


!Pos sí y qué! Ahora déjenme de hablar si quieren, pero nada más tomen en cuenta una cosa. Tomen en cuenta que ya he pagado y con creces haber enloquecido sin remedio por Omar Fierro.
Nomás vean la clase de porquerías por las que tuve que pasar y soportar.