Como he decidido regresar a las andadas y volver con mis amoríos insanos con Michelle Salas (para aclaraciones pinche aquí) y además ando deiteando (dating) con otra que seguramente a los dos días de concerla la llamaré pérjura ingrata irresoluta, el día de hoy me peiné y me vestí de gente decente. Ahí iba yo, formalita, como si le fuera a pedir audiencia a los magistrados de la Suprema Corte de Justicia. Con zapatos boleados y con gel en el pelo.
Lo primero que me dijo el ñor de Recursos Humanos fue "hola Criseida, ¿cómo estás?, ¿ya habíamos platicado antes?". Y yo pues muy inocente nada más le dije que no, que nada más por teléfono cuando me había hablado para que fuera el día de hoy. Después de eso, decidí tomar un taxi porque el lugar donde está mi futura amante demandante está anca la chingada y ya quería irme de ahí. Entonces el chofer del taxi me saludó y me empezó a sacar plática, como si yo a esas alturas del partido necesitara una plática motivacional o filosófica.
Me vio, me vio y al final se decidió a decirme: "Oiga... yo creo que yo la he visto en alguna parte". Yo, aunque no lo crean, soy discreta en esos asuntos y además de discreta intento por todos los medios evitar una disertación ontológica con los conductores de taxis, así que nomás le sonreí. Pero él insistió: "sí, se me hace que usted vive en San Nicolás". Yo en ese momento y con el mal carácter que me caracteriza, me limité a decirle la noticia que acababa de leer: "Adivinar eso no requiere ninguna ciencia, San Nicolás es el municipio más sobrepoblado de Monterrey". Y eso, lejos de desanimar a mi querido desconocido interlocutor, lo animó a preguntarme todo lo que se le puede preguntar a una persona. Yo contestaba lo más cortante posible. Hasta que me dijo que no me preocupara, que me iba a patrocinar la dejada nomás porque le había caído bien. Puse los ojos cuadrados y juro que en ese momento casi me aviento por la ventana, porque no conoceré yo las intenciones de esos aventones. El punto es que le paré el alto y le dije que DE NINGUNA MANERA, que yo era una mujer respetable y que aunque mi último trabajo había sido por la Alameda en el turno de noche, eso de cualquier modo él no lo sabía y no tenía porque tomarse esas confiancitas de no cobrarme la carrera.
El fulano nomás se rió y dijo que estaba bien, que era broma, que no me creyera. Y luego remató diciendo: "Oiga ¿y tiene amigos?". Ok, sé que toda mi conducta en términos generales es antisocial pero una cosa es serlo y otra cosa muy distinta es que un taxista así como así se atreva a insinuar mi falta de talento amistoso. El punto es que me ofendí y le contesté: "Mire, he vivido toda mi vida aquí, algún amigo he de tener" y luego todo tímido se me queda viendo y me dice "no se enoje, mire, en realidad lo que quería preguntarle es que cómo se piensa regresar a San Nicolás". Yo, con mi sonrisota colgate le contesté "A PIE, tengo el resto del día por delante". Mi amigo taxista ignoró mis sarcasmos y solo cuando ya estaba a punto de bajarme me lanzó la última pregunta: "Oiga oiga y... ¿es casada?". No voy a decir que no, porque no es cierto, pero morí de ternura (ando sensible y conmovida por el beso de Casillas) y le dediqué otra enorme y seductora sonrisa: "Sí, fíjese que sí soy casada". El taxista se rió y dijo "Chin! Ni modo... mala suerte, que tenga muy buen día".
3 comments:
...pos qué les das mujer?
pues ya ves...
Se llaman feromonas, se le queman los frijoles con la prisa de que la tire un fulano.
Sólo un taxista nicolaíta le haría el favor...cabe resaltar.
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