La Santa Muerte en mis sueños

No les he contado que Danny Zuko, el mecánico atemporal que en teoría nos ayudaría con Rogelio Ceferino, en realidad nos estafó y dejó enfermo terminal a nuestro pobre coche. Resulta que primero nos había jurado e hiper jurado que había limpiado el carburador y después de la décima vez que nos dejó tiradas, un segundo mecánico nos dijo que a como él veía el carburador estaba limpio por encimita y que la bomba de agua se veía a punto de explotar y causar un severo daño al motor y que del empaque que según el estafador de Danny Zuko le había colocado a dicha bomba no se veía absolutamente nada.

A esas alturas de la vida, el mecánico estafador quería bajarle la transmisión, checarle la marcha y hacerle no sé cuántas cosas más a mi golfo. Cabe destacar que además de todo, una de las tantas veces que se nos mató, su diagnóstico fue que el tanque de la gasolina estaba sucio y había que lavarlo.

Antes del día fatal en que casi explota Rogelio Ceferino, la imitación nicolaíta de John Travolta nos había dicho que había limpiado el tanque de gasolina, que lo había desmontado y quitado el sarro y en realidad no le hizo nada, muy por el contrario, cuando le llenamos el tanque tiró gasolina durante dos días seguidos alertando la constante paranoia en la que vive mi querido suegro.

El punto es que Rogelio Ceferino yace en estado de coma en el patio de nuestra casa y Danny Zuko que en realidad se llama Edie Brandon Valero y tiene su taller (Faster) en Diego Díaz de Berlanga se ganó unos cuantos pesos soplándole al carburador y haciéndose wey en un intento por tener un ingreso mensual fijo con un par de lesbianas pendejas que nada entienden de mecánica.

Lo que Edie Brandon no sabía, en realidad, es que nuestra pobreza supera por mucho nuestra pendejez y sin dinero por muchas tranzas o expectativas de tener un cliente seguro y frecuente en su taller se fueron al caño. Y eso nos dio el suficiente tiempo para pedir una segunda opinión y bueno, para intenta ahorrar un poco más y mandar componer nuestra extraña inversión automotora.

El punto con todo esto es que ayer, de la nada, soñé que iba al taller de Edie Brandon Valero a exigirle que fuera decente y le limpiara COMO DEBE SER el carburador a Rogelio Ceferino, le cambiara la bomba de agua y desmontara el tanque de gasolina DE VERDAD y soldara cada uno de los pedacitos agrietados que provocaron la fuga de gasolina. Sin embargo, una escena extraña sucedió en el momento en el cual, indignado por mis peticiones, Edie Brandon se negaba a realizar su trabajo. Resulta que tres mujeres llegaron en un camionetón loco, tunneado, con corridos de los Tigres del Norte a todo volumen y una gran calcomanía de la Santa Muerte. En mi sueño, creí apropiado llevar a mis hijos a reclamarle sus desvergüenzas al mecánico Valero y uno de mis vástagos sumamente intrigado decía que no le gustaba esa camioneta con una muerte. Entonces una de las ñoras se acercó muy machina hasta mí y me dijo "con que no le gusta al niño, ¿eh?" Y tras tragar saliva a como pude, me limité únicamente a sonreír. El caso es que la ñora sacaba una plantilla con la Santa Muerte que era algo así como un molde como para que yo me lo tatuara o lo pegara en Rogelio Ceferino o en la puerta de mi casa porque tenía pintura fresca. Total, yo en el sueño estaba bastante nerviosita por semejante regalo y no atinaba dónde ponerlo. El punto es que en el trayecto del taller a mi casa se me perdía aquel regalo tan exótico y me empezaban a seguir las señoras con la troca tunneada.

Yo trataba de disimular, pero en realidad estaba bastante estresada. El sueño terminó cuando bajamos el puente de Diego Díaz y ya no supe qué pasó ni con Rogelio Ceferino, ni con Danny Zuko, ni con las ñoras de la camioneta ni con la Santa Muerte.

Creo que las noticias de Monterrey me estresan.