Thursday, October 07, 2010

Two streets of separation

¿Se acuerdan del famoso Six degrees of separation? Pues en Monterrey ya se puede hablar del two streets of separation... pero de un evento ligado a ese concepto que no existe porque no existe el término: narcoviolencia.
No importa si es que se bloquea una calle, si es que hay una balacera, si es que hay una ejecución: estamos a dos calles de separación de haberlo presenciado... si no es que ya lo presenciamos. O estamos a seis pasos de conocer al secuestrado, al golpeado, al estafado, extorsionado o balaceado. Si no es que ya fuimos nosotros.
Odio vivir en paranoia. Odio comparar a Monterrey con Juárez o con Colombia. Odio sentir que estamos exagerando la nota y que la guerra ya no es sólo entre el cartel de tal contra el cartel de cual sino entre la televisora tal y el periódico tal. Y odio que todo se nos vaya en improperios a Medina cuando Medina es sólo un gobernante regular que amortigua todos los golpes que debería compartir con el huevón de Larrazabal y demás munícipes de Nuevo León.
Porque, aún y cuando efectivamente Nati haya vendido "la plaza" a los de la última letra, eso no quita que los sicarios o los que andan metidos en esta guerra absurda sean nuestros amigos, nuestros hermanos, nuestros vecinos, nuestros compas con los que fuimos a la escuela o los que alguna vez fueron compañeros nuestros de jale.
No sé si me explico. No somos inocentes. Somos una ciudad de vanidosos que ni para abandonarla tenemos humildad. Y estamos cada uno ocupado con lo nuestro, pidiéndole cuentas a Medina cuando en realidad pocos de nosotros tendríamos el valor de parar en seco este círculo vicioso. Y hablo de los dos valores, del valor civil y el de no tener miedo, pero perdónenme, yo de pronto sí tengo miedo.
Me da risa escuchar los comentarios de regios en el extranjero: No se dejen, los que se tienen que ir son otros, hay que tomar la ciudad, salir a las calles, demostrarles que es nuestra. Pero yo sigo encontrando muy difícil hacer cualquiera de estas cosas:
1. Decirle a Medina que se quite de ahí, que yo sé hacer mejor las cosas.
2. Entender exactamente qué chingados está pasando.
7. Largarme a Texas como Medina.
8. Irme de Monterrey.
9. Quedarme en Monterrey.
10. Pensar que esto pasará pronto.

El punto, yo creo, es que estamos haciendo mucho escándalo y yo creo que en gran parte lo estamos haciendo porque la violencia para nosotros era cosa de la frontera y de las películas. Porque no había lugar en el mundo como Monterrey. Tan lindo y tan de primer mundo que vernos involucrados en eventos que solíamos escuchar de Juárez y hasta de Tijuana nos hacer recordar que somos igual de mexicanos, igual de pobres e igual de jodidos que todos los mexicanos. ¿Ven lo que digo? Es pura cuestión de orgullo y de vanidad. Nos esté cargando el payaso en realidad o no. Estemos muy parecidos a Colombia o no. Estemos en una narcoguerra o no.
Nuestros bandos, en ese aspecto son muy claros: Los que pensamos que ya nos afearon la ciudad y le hundieron el turismo, la eduación y los negocios, o los que pensamos que los periódicos y la tele se debería de callar para que no nos sigan afeando la ciudad, el turismo, la educación y los negocios.
En Monterrey, recordemos, no tenemos pandillas, tenemos sicarios. Y esa fue la puerta que siempre tuvimos abierta para que entrara cualquiera a nuestro hogar. Ésa y el clasismo. Ésa y la falta de educación. Ésa y tanta pinche crisis económica Ésa y la impunidad y corrupción que no se pudo quitar ni con litros de educación católica ni con litros de educación en los valores. Pero lo que nos tiene así es tanta pinche falta de amor y tanta pinche desconsideración para el prójimo.
Si un joven de menos de treinta años tiene los huevos de disparar a lo pendejo matar a una chica y herir a cinco nada más porque había sido encomendado a pescar a un celador del Topo Chico estamos hablando de una profunda falta de ética y de una crisis total de amor. Se gana la vida matando gente, ok. Me queda claro que para él tiene un precio la vida humana... pero matar gratis a otros, me pone a pensar en que tantos años de civilización, de sentarnos a pactar por la vía religiosa, por la legal y por la filosófica que no es conveniente andar por la vida arrebatando vidas nos sirven para un carajo.
Te gusta la vida del hampa, ok. Te quieres pelear a balazos con tus enemigos, ok. ¿Pero qué hay de todos nosotros que no queremos andar en esos pleitos? ¿De qué nos sirve portarnos bien si nunca castigan a los que se portan mal y nos quitan el lonche en el recreo?
En fin. Yo creo que ya podemos hablar de un two streets of separation. En todos los sentidos.

2 comments:

Herr Boigen said...

Muy de acuerdo contigo. Es muy fácil criticar a los gobernantes, cuando la ciudadanía misma no ponemos mucho de nuestra parte. A mí me irrita ver círculos de gente educada hablando del problema mientras se fuma un churro como si nada, "al cabo, el mundo ya se lo cargó la fregada". Desesperante. No es que le ponga una nota moral al hecho de consumir, sino al hecho de pretender que como consumidor no eres parte del problema, más si esas personas pertenecen a una élite educada desde donde se pueden hacer muchas cosas por la sociedad.

Akaotome said...

Sí.