Voy a contarles una historia sobre algo que me ocurrió el día de hoy con un taxista. Y antes de que algún trolillo (del verbo to troll que significa venir a trolear o andar troleando en internet) me diga que sólo un taxista nicolaíta me haría el favor de cogerme, debo aclararles que llevo una vida en castidad ahora que soy madre de familia.
Con esto en mente prosigo a la historia. Resulta que, con mi look de señorita decente, pantalón de vestir, zapatos y peinado relamido, abordé un taxi porque se me estaba haciendo tarde para una cita. Llevaba a mis hijos a la escuela y de ahí yo tenía que dirigirme a aquella institución cuyo nombre no quiero recordar. El punto es que mi amigo taxista empezó con una camadería insólita con mis hijos y yo, acostumbrada a que son infinitamente más simpáticos que yo, no alcancé a sospechar nada más.
Total que yo, con la prisa que traía, le dije que me esperara, que nada más entregaba a mis hijos a la escuela y que me llevara a la parada de camión equis. Mi amigo taxista me dijo que encantado, pero que le gustaría llevarme más lejos. Yo, en ese momento, empecé a ser un poquito más suspicaz, porque intentó interrogarme de pe a pa. Yo, adelantándome al discurso, le dije que era una mujer muy de mi hogar, muy feliz en mi matrimonio, muy enamorada de mis hijos y mi pareja y que no concebía mi vida de otra manera. El fulano contestó que hacía yo muy bien, que ya había muy pocas mujeres como yo, hogareñas, dedicadas al hogar, tranquilas. Acto seguido, decidió contarme su historia. Me dijo que hacía un año, después de una relación de 15, se había divorciado de su esposa. Me dijo que le gustaba mucho, que siempre la había admirado, pero lo que nuuuuuuunca le había perdonado es que jamás se había enseñado a hacer tortillas de harina. "De verdad, señora, de verdad, en 15 años de matrimonio nunca se enseñó a hacer tortillas de harina. Me dejó traumado, ahora es lo primero que me fijo, si no sabe hacer tortillas de harina PIERDE SU TIEMPO". Me reí y le contesté que me parecía un excelente criterio, pero yo no sé, tal vez el hombre pensó que tenía cara de saber hacer tortillas de harina porque acto seguido empezó a enlistar todas sus cualidades: paciente con los niños, galante con las mujeres, trabajador, soltero, optimista "ahi para que lo tome en cuenta por si su marido no le ayuda con esos dos ángeles maravillosos que tiene por hijos". Yo solté la carcajada y le aclaré que yo no me preocupaba de maridos ni nada por el estilo y que me daba una pena enorme no saber hacer tortillas de harina, pero de las otras "viera que me salen muy bien". El señor se quedó un poco contrariado y después de una vacilación sólo me preguntó "las de maíz?", yo le dije que sí, que las de maíz y que me dejara por favor en la próxima esquina y que le deseaba mucha suerte en su búsqueda de mujeres que supieran hacer tortillas de harina. Él quemó su último cartucho. "¿No quiere que la espere?" Le contesté que no sabía cuánto iba a tardar. "No le hace, yo me voy a almorzar y regreso a la hora que me diga". Le agradecí el ofrecimiento pero insistí en decirle que no. Se despidió de mí y le di las gracias. "Cuide mucho a esos angelitos y qué placer conocerla". Sonreí y le dije "igualmente". Oh, si él supiera que yo sólo colecciono estas anécdotas.
3 comments:
"and the Oscar goes to..."
jajaja magistral comadre... yo no sé como te aguantaste las carcajadas con semejante personaje. Enhorabuena por las dotes histriónicas y por el post ;)
me encantan las historias de taxi!!! me hacen recordar a Arjona!!!
Jajaja Oh mY ! creo que esta es la mejor anécdota de taxis que leido en akaotome :P
sigue escribiendo,siempre leeo :P pero nunca te habia firmado aqui
Pris ó Pato Sánchez
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