Wednesday, April 25, 2012

Nadie puede escapar a su destino

Algún día tenía que pasar: hoy regresó uno de mis hijos con el recado de la maestra: le ha tocado llevar una caja de bocadines a la escuela para la bolsita del Día del Niño. Estuve pensando seriamente en qué hacer. Si callarme y mandar la caja, hacerme la loca y fingir que el recado nunca llegó o afrontar la situación y enviarle un mensaje a la maestra: "El uso de bocadines en las bolsitas va en contra de las creencias religiosas de mis hijos". ¡Es que la cosa es bastante grave! Parece inofensivo pero no lo es. Estamos alimentando un círculo vicioso en el cual dentro de treinta años estos niños que son el futuro de México cansados de pelear contra las tradiciones abrirán una bolsa de dulces y encontrarán una galleta rancia bañada en una grasa que dice ser chocolate.
¿Qué es lo que estamos fomentando? Una aterradora costumbre de rellenar con lo que sea las bolsitas de las piñatas. Repito, parece inofensivo pero no lo es. ¿Qué seguirá después? ¿Qué nos van a pedir después? ¿Un kilo de cacahuate con todo y cáscara? ¿Un metro de caña de azúcar? ¿Una arpía de naranjas asoleadas del Mercado de Abastos?
En mis años de ultraderecha habría propuesto algo más nice. Habría tratado de embellecer la bolsita de dulces con un Milky Way miniatura o algo así. En mis tiempos hipsters habría propuesto retomar la bonita tradición de la naranja, total, contiene vitamina C y azúcar de forma natura y hasta tiene el descaro de tener fibra, pero como ahora soy simple y sencillamente una trabajadora amargada harta de abrir las bolsitas y encontra bocadines lo único que pido es que se ERRADIQUEN, se EXPULSEN, se prohíban los bocadines.
No se dejen engañar. La primera vez que un bocadín vuelve a caer en tus manos sientes nostalgia, pero después se vuelve una pesadilla y empiezan a acumularse en el cajón de la cocina, encima del refri y por todas partes porque NADIE se los quiere comer.
¿Quién se une al movimiento?

1 comment:

Anonymous said...

Yo me apunto!!! Ese prisma rectangular de cartón corrugado no tiene cabida en nuestras escuelas, en nuestros hogares, corazones y bocas. Su grasa vegetal parcialmente hidrogenada y adicionada con saborizantes artifiales es un insulto contra la naturaleza que nos dió el cacao y la caña de azucar; o contra el ingenio humano que puede producir alimentos artificiales de mucho mayor calidad.