Thursday, September 20, 2012

Mudanzas

Cuando hice maletas pal DF quise venirme con muy pocas cosas. No quería traer ladrillos escondidos en la mochila tan solo para traerme la casa a cuestas. Quería venir liviana, quería empezar de nuevo. Quería una segunda oportunidad. Nunca me imaginé (o se salió de mi cálculo más bien) que me esperaba lo que algún día fue mi hogar empacado en cajas, bolsas y huacales. Algo de mí, que era mar, que era tempestad, que era tornado, lo ciñeron en una botella de PET y hoy me desborda. Simple y sencillamente me desborda. Soy uno de esos tanques soviéticos cargados de cosas tóxicas. Uno de esos tanques a los que nadie se atrevería a mover por miedo a romper algo que cause una catástrofe mayor.
Y es así como todos los días me levanto y pienso que debería inflar un globo, atarle una de esas cosas que cargo en los hombros y dejarla ir. Mi parte tormentosa, apasionada y soberbia tiene miedo. Mi parte racional solo puede pensar en que la ciudad no necesita un tipo de contaminación más.
Entonces me debato entre la alquimia necesaria para juntar aquello que la teoría dice que no se puede mezclar. ¿Entonces por qué habría de soltar algo temiendo que no regrese? Me tallo el corazón con un cuchillo para no olvidar todo aquello que me ha marcado en la vida y lo demás me da exactamente lo mismo. No poseo nada porque el mundo es mi casa. Y lo dejo estar. Soy un montón de emociones que - dicen- debo aprender a manejar. Soy dolores que - dicen - deben aprender a curar. ¿Pero qué pasa si dejo de combatirlos y solo los dejo estar? ¿Qué pasa si a la par que espero sigo en la búsqueda? 
Escribo. Escribo poco pero sigo escribiendo y sigo buscando en la música la espiritualidad de la cual me despoja la Iglesia y la tele y el radio y el periódico y los chismes de barrio que insisten en que un monstruo habita en mí. Las canciones en las cuales encuentro refugio han cambiado pero sigo siendo la misma, sigo gruñendo en las mañanas, todavía le salto a la yugular a la gente que más quiero, todavía soy un perro, todavía casi me matan y me rescatan y me curan y cuando me siento bastante repuesta mato a la jauría porque soy el perro de Amores Perros.
Las canciones en las cuales encuentro refugio han cambiado pero sigo siendo la misma. Soy aquella de la cual te enamoraste. Soy aquella a la cual quisiste. Soy aquella que tiene aquellos encantos ante los cuales volverías a sucumbir si tan solo me creyeras que la vida no se trata de segundas oportunidades sino de un continuo en el que no vuelves a empezar porque no había nada que terminar.
Me tallo el corazón y espero. Me tallo el corazón y sigo buscando lo que se me perdió y lo que no. Pero ya no dejaré ir en globos las emociones, las tristezas, los tormentos... simplemente los dejaré estar. Algún día tendré el corazón lleno de muchas heriditas. Entonces ese día dejaré de esperar... y también de buscar.
Polvo seré, mas polvo enamorado.

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