Tuesday, January 13, 2009

La realidad supera la ficción

Después de una larga travesía, decidí visitar el que sería mi futuro lugar de trabajo. Solo tenía dos datos: el nombre del edificio y lo que me acordaba de cómo llegar a él debido a que lo había visto por fuera la vez que vine de visita. Ya me lo habían advertido que ese edificio era engañoso y que tenía entradas independientes. Yo, aún sabiendo eso, decidí entrar por una y por otra y empecé a dar vueltas a lo baboso en los pasillos. Tomé el elevador, casi me meto a la oficina del rector y yo en realidad me sentía un poco Mr. Bean, porque no hablaba nada y ante cualquier mirada curiosa y extrañada solo atinaba en sonreír así como que muy a la fuerza.
En una de esa fui a dar a un teatro. Sí, dentro del edificio hay un teatro. Y como vi que estaban las entradas para el Balcony y la Orchestra huí graciosamente del lugar. Yo creo que volví a darle la vuelta entera al edificio y entre muy decidida a una oficina para preguntar dónde estaba el lugar que yo buscaba y me explican y sigo las indicaciones y vuelvo a llegar al chingado teatro. Y yo, terca, diciendo que a quién se le ocurría eso de tener un teatro en la rectoría y pues subí al segundo piso y decía Theatre Staff y me austé y bajé corriendo y una mujer me preguntó que qué hacía yo ahí y le dije que estaba buscando mi futuro lugar de trabajo y me dice: Is in this building in the second floor. Yo en ese momento JURO que me sentí en Howgarts o en Being John Malcovich o una mamada por el estilo, porque yo lo único que se veía era el teatro y una oficinita. Dije: de seguro te sientas en una butaca, dices fuerte a dónde quieres ir y en medio de nieve ficticia te transportan por un túnel donde enanitos o oompa loompas te miran feo.
Pero resultó que al lado de las escaleras, por el otro lado del que había subido al principio había una puerta y la abrías y ahí estaban las oficinas.

3 comments:

Asilo Arkham said...

!Juar, juar! Te pasó igual que en una escena de la película de Spinal tap, no sé si la viste. El grupo sale de su camerino, bien prendidos porque iban a tocar. Pero encuentran la salida bloqueada. Un empleado de mantenimiento les dice cómo salir, pero dan vueltas y vueltas y vueltas y siempre regresaban al mismo lugar. :P

Alea Reygo said...

Me acordé de mi misma cada vez que llegó a un lugar... ¡Buena suerte y muchos triunfos!

Tania said...

Antes dí que no vas a una escuela de mimos.
Hace dos semanas fui a un curso, que se daba en el estudio de un famoso marionetista. Yo creí que iba a estar de lo más chic, y que finalmente íbamos a salir de pobres; es decir, a salir de los arrabales de Belleville donde normalmente son las clases.
Resultó que el estudio del marionetista famoso está en la trastienda de una maquila de ropa, y para más injuria la calefacción no funciona.
La primera vez que fui a la escuela de mimos acabé en el departamento de una inmigrante ilegal vietnamita porque en esa calle hay tres edificios con el mismo número (síndrome del andén nueve y medio)