Monday, June 13, 2011

Ramón Martínez

No quisiera tener que estar escribiendo esto pero así es de caprichosa la vida. Hoy encuentro unos minutos de silencio y puedo hacer el intento de lidiar con mi dolor. Soy una persona muy hosca y no sé tratar con la tristeza. Antes que aceptar que estoy triste me vuelvo una persona agresiva que tira mordidas a la menor provocación. Y no sé, Ramón, cómo manejar la infinita tristeza que siento ahora que te fuiste a otra coordenada de la vida.
Nos conocimos en el verano de 1999. Nos conocimos tú, yo y la Niña Bagón el día en que nos dijiste que era inaceptable estar "adelantando" Literatura Mexicana. Yo ignoré uno a uno tus maltratos, ese amor duro y perro que nos dabas a todos al principio y opté por enamorarme perdidamente de ti. De ti y de la Literatura Mexicana. De ti, de tu perfume, de los Benson mentolados y de la Coca Cola en lata que tomabas siempre con popote. Cumpliste años y yo te regalé un Carlos V y me dijiste que no te gustaban los chocolates y entonces dije algo así como que lamentaba no haber dado un regalo adecuado y entonces me dijiste que no, que ese regalo y ese chocolate eran diferentes, eran otra cosa.
Y yo para ti y tú para mí siempre fuimos otra cosa. Todos nos sentimos tus viudas legítimas y tus legítimos viudos y todos sentimos aquello de que "tú y yo siempre fuimos otra cosa".
La tranquilidad que siento es que siempre supiste lo mucho que te quería. Me habría gustado hablar una vez más contigo aunque estoy tranquila porque sí hablamos una última vez aunque ya no en persona, ya no frente al café elocuente.
Sé que me escuchas y sé que nos escuchas donde quiera que estés y sabes cuántas lágrimas hemos llorado por ti. Hablo en plural porque siento tan colectiva esta pena y porque me siento egoísta al decir YO TE EXTRAÑO, A MÍ ME HARÁS FALTA pero sí Ramón, yo te extraño y a mí me harás falta. A quién voy a recurrir para que me quite tanta necedad. Dice Ana que no nada más tú tenías fe en mí, que hay muchas más personas que creen en mí, pero tú tenías esa magia, tú me mirabas y me sentía comprendida, tú me hablabas y yo no necesitaba hablar.
Ahora soy yo quien se siente perro, pero un perrito abandonado que no sabe que rumbo tomar y que quiere echarse ahí donde te presiente. Dice Martha que te vamos a volver a ver aunque no te vayamos a reconocer. Tal vez es que te volvimos a ver y no te reconocimos. Tal vez es que todos nos estamos volviendo a ver pero no nos reconocemos. 
Te abrazo, Perro, donde quiera que estés.

5 comments:

Anonymous said...

Cris, Cris!
Tu post me hizo llorar a lagrima viva! En estos dias conmemoro el fallecimiento de un amigo muy querido que se fue hace casi 8 anios y atravieso por otras perdidas personales que me tienen un poco contrariada. A mi me pasa que me escondo cuando me siento triste, no soy muy buena para pedir carinio ni para contar tragedias personales, asi que me enrosco como caramuela y me envuelvo en una nube de silencio. Cada quien lleva la tristeza como mejor puede, pero envidio a los que lloran y patalean, creo que -minimo- no somatizan tanto como los que guardamos el dolor. Bueno! Te mando un abrazo, espero que pronto estes mejor. Montserrat.

Cronopita said...

Gracias, sé que al poner la liga en tu muro un poco nos permites usar esas palabras. Gracias y un abrazo. Laura Pezina

grg said...

No se vale, no. No te permito que me hagas llorar más. Ya no.

Anonymous said...

Criseida, sabes que comparto el dolor de la partida de mi maestro, de nuestro maestro que nunca le pude hablar de tu ni decirle Ramón. Tienes las fotos de la cena en mi casa? ya no las encuentro!!!!! help.

pd. contesta los inboxes

Herr Boigen said...

Nuestro querido Ramón, cuánto te queremos.