Thursday, April 03, 2008

"Aquel momento, cuando Jaime Casillas..."

En el año de 2005 entré a la Escuela de Escritores de SOGEM entusiasmada por el abanico de posibilidades que se me presentaba. Nada más tuve oportunidad de terminar el primer semestre. Intenté cursar el segundo dos veces, pero por una u otra razón no fue posible. Recuerdo bien las clases, la de Poesía con Dolores Castro; la de Lectura con María Eugenia Merino; la de Guión con Alejandro César Rendón; la de Teatro con un dramaturgo que no recuerdo; la de Narrativa con Eduardo Casar; la de Derechos del Autor con Obón; la de Medios con Teodoro Villegas; y una clase que no recuerdo el título pero que seguramente algo tenía que ver con Historia y Cultura: Era la de Jaime Casillas.






Hoy es un día gris en Monterrey. Vengo a la oficina como todos los días. Reviso mis correos y veo la lista de discusión de SOGEM desbordada: Jaime Casillas murió en la madrugada del miércoles 2 de abril a los 71 años, luego de haber vuelto de un viaje a Argentina donde discutió temas referentes al Derecho del Autor.


Yo siento un cronch en el corazón y me lleno de recuerdos, de cuando la lluvia azotaba las calles del Distrito Federal y todos abigarrados en nuestras butacas mirábamos proyección tras proyección y escuchábamos las palabras de Casillas llenas de pasión sobre las civilizaciones del mundo en aquel salón de la Escuela de Escritores, el primero a la derecha, enfrente del teatro Rodolfo Usigli. Y decía, y contaba, y subía la voz, y la bajaba, y hacía énfasis para contarnos sobre los egipcios, sobre el cristianismo, sobre los romanos, sobre los griegos, y pasaba filmina tras filmina haciendo la historia, contando el chisme, como si él hubiera estado ahí, como si le constara cada una de las precisiones, y yo creo que algo había de eso porque todos le creíamos y nos estusiasmábamos y nos instalábamos en una atmósfera casi enciclopédica.

Y nos animaba, y nos decía: "Jóvenes escritores de mi país" y nos alentaba: "No desdeñen ningún género, ningún medio". Y decía que aún las telenovelas tenían mucho que dar de sí, mucho que decir...

Y la clase terminaba y casi siempre nos quedábamos sin receso porque Casillas se emocionaba y siempre tenía más cosas que decir y más imágenes que proyectar. Luego venía la siguiente clase, y luego Ana y yo volvíamos a casa, algunas veces en el micro Chapultepec que tardaba eternidades en pasar; a veces en taxi que seguía la misma ruta todas las veces: Churubusco, un pedacito de Universidad y después Gabriel Mancera hasta Eugenia. Y recuerdo tanto el aire fresco que trae la lluvia, y recuerdo tanto los humos de cigarro asfixiándonos porque Sogem era la única escuela que todavía permitía fumar en los salones, y recuerdo la oscuridad de mi casa cuando entrábamos, y recuerdo que yo al día siguiente iba al trabajo muy emocionada y con la firme intención de apasionarme un poquito como Casillas, y brincar mientras les explicaba a mis alumnos la cultura griega, y la romana...
Yo sé que Jaime Casillas tocó el corazón de cada una de las personas con las cuales convivió o con las cuales intercambió un par de palabras. Y sé que en cada rincón de México hay alguien que está recordando "aquel momento, cuando Jaime Casillas..."
Algo de su esencia habita en nosotros...



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Jaime Casillas era integrante activo del consejo directivo de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) y maestro de la Escuela de Escritores de la Sogem.
Fue director y guionista de las películas "La leyenda del manco" (1987), "Memoriales perdidos" (1983), "Tierrra de rencores" (1986) y "El jardín de la tía Isabel" (1971), entre otras.
Actualmente trabajaba en la producción del filme "Las armas del alba", que basado en la novela de Carlos Montemayor aborda el asalto al cuartel militar de Ciudad Madera, Chihuahua.

3 comments:

Ayax said...

Orale siempre es chido tener un maestro así. Sin embargo, me gustaría comentar que nunca has ocupado uno que te diga:"No desdeñen ningún género, ningún medio". Y decía que aún las telenovelas tenían mucho que dar de sí, mucho que decir..."

Saludos

Tania said...

los maestros que se mueren son una señal inequívoca de que uno ya tiene TREINTA años.
Pésame por el profe.

Akaotome said...

todo sea recordarme mi crisis...